Buscar este blog

TE LLAMO MAMA (Canción sobre el aborto) - Felipe Gómez

¿Hay sexo después del divorcio?

Casi todas las parejas nacen con vocación de eternidad, pero mucho me temo que son pocas las que cumplen ese anhelo. Así dicho, podría parecer que el resto de parejas han fracasado, pero nada más lejos de la realidad y, mucho menos, de mi intención.

Las parejas son algo vivo y quizás por eso: nacen, crecen, (algunas) se reproducen y mueren. Y eso a pesar de que aquello de “hasta que la muerte os separe” tiene todavía mucho peso y no sólo entre quienes lo escucharon en un altar, también entre quienes formalizaron su relación en un despacho e, incluso, entre quienes sencillamente empezaron a convivir y luego continuaron.

Desde el momento en que la pareja se asume como tal, son muchas las ofrendas que se hacen a la misma. Pareciera que no existiera otra cosa. Ahora ya todo es compartido: las comidas, las tareas domésticas, los ratos de ocio, las amistades… y, por supuesto, el sexo. Además, generalmente, sin que esto suponga renuncia. Se vive con agrado, casi como un logro. Siempre juntos, todo en conjunto y ¡felices!

Naturalmente no hay nada mejor que lo que funciona bien. Así que no seré yo quien deje escrito que este tipo de parejas acaban teniendo poco futuro. Pero tampoco sería honrado si no manifestara, al menos, algunas dudas. Acaso ¿no es compatible compartir comidas, tareas, ocio, amistades… con seguir manteniendo un pequeño rincón donde cultivarse como persona? ¿Es incompatible con la pareja el prepararse algún día una comida especial para uno mismo, con aplazar alguna tarea para invertir el tiempo en ocio, con disfrutar de ese ocio de manera individual, con estar con amigos sin la obligatoria presencia de la pareja?

Por mucho que nos empeñemos en lo contrario, la pareja no disuelve las individualidades. Siempre habrá dos personas. Dos. Uno más uno. Y no un ser único que abulta el doble. La fusión no es posible nada más que en sentido metafórico y por eso, creo yo, que quien vive como si la hubiera logrado, vive ajeno al principio de realidad.

¿Es esto pesimista? Ni mucho menos, todo lo contrario. Nada más optimista que permitir que todo exista. La pareja y las personas. Doble felicidad y doble evolución, como pareja y como persona. Además, y por si alguien lo olvida, aunque la pareja acabe, las personas continúan. ¿Qué les pasa a quienes renunciaron a todo por la pareja, cuando ésta se rompe? ¿Dónde encontrar ahora “lo que son” si no han permitido que crezca? Mal asunto.

La vida (y el sexo) continúa

Cuesta volver a empezar desde la soledad, sobre todo cuando ésta se vive como un fracaso personal, y no como una posibilidad. Cuesta reorganizar las tareas, el ocio o las comidas, pero más aún cuesta recuperar las amistades. ¡Cómo para recuperar el sexo!

Sin embargo, lo más curioso de todo es que el sexo no hay que recuperarlo. El sexo nunca se fue. Se podrá ir la pareja, podrán desaparecer los amigos. Pero es absolutamente imposible que un hombre o una mujer dejen su sexualidad de lado.

¿Qué sucede? Que, cuando se vive en pareja, con demasiada frecuencia la expresión de la erótica se vive en exclusividad dentro de ese marco. Naturalmente que sé que es una opción y que la mayoría de quien así lo hace ha optado libremente por ello. Pero vuelvo a lo mismo ¿es incompatible vivir las relaciones eróticas en pareja con saber que tu erótica no se agota en ellas? ¡Aunque ahora no se exprese! Al menos ser conscientes de que las posibilidades permanecen. Salvo a Hernán Cortés a pocos más se les ocurrió quemar los barcos. Sin embargo, en el mundo de la pareja hay demasiados pirómanos.

Las puertas que se abren

Dicen que cuando una puerta se cierra, otras que se abren. Aunque en realidad, en esto de la erótica yo creo que todas las puertas están abiertas o, al menos, ninguna está cerrada con llave. Si hasta ahora la erótica se expresaba fundamentalmente dentro del marco de una pareja estable y unida por lazos afectivos, ¿qué posibilidades quedan cuando ésta se acaba?

Evidentemente serán los deseos, las coherencias y la forma de entender la erótica las que te lleven a llamar a una puerta u otra. Pero posibilidades válidas hay muchas, y mortificarse no creo que sea ninguna de ellas.

¿Por qué no volver a intentar construir otra pareja? Volver a vivir el sexo con amor. Seduciendo, atrayendo y dejándose querer. Volver al compromiso. Pero también ¿por qué no permitirse alguna relación con menos requisitos? Tan carnal como la anteriores, pero menos necesitada de afecto y entrega. Seguro que habrá quien ponga pegas a este tipo de relaciones. No me cabe ninguna duda. Pero tampoco tengo dudas de que existen y que hay quienes abrazarán estas relaciones con mucho deseo y mucho placer.

¿Qué es mejor? No lo sé. Lo que haga que un hombre o una mujer se encuentren satisfechos, que sientan que disfrutan y que les merece la pena. Naturalmente las posibilidades no se agotan en la pareja o ¿alguien cree que la masturbación, con o sin juguetes sexuales, es una práctica inapropiada para estas circunstancias? Ni lo era en la adolescencia, ni lo es ahora. Es más ni siquiera tenia porque serlo cuando existía pareja y el amor estaba presente. Ya se sabe, cada cual con sus coherencias.

Por cierto, tampoco seré yo quien ponga vetos a otras formas de expresar la erótica. A recurrir a Internet, los chats, la sección de contactos de los periódicos o a las agencias matrimoniales. A fantasear o utilizar videos o revistas para buscar estimulación. Como tampoco hay vetos para quien prefiera permanecer con la mente en blanco y las manos quietas. Lo importante es que lo que se haga sea una opción y se viva con agrado. Nada más lejos del placer que el sentirse obligado u obligada a tener que hacer o renunciar a algo.

Carlos de la Cruz es psicólogo y sexólogo.

Asociación www.lasexologia.com


DEJAME NACER.... MAMA